Recordando a las pioneras del software
Muchos de los grandes avances de la humanidad en tecnología e investigación se han producido como consecuencia de las grandes guerras. Es el caso de los avances en medicina y cirugía reconstructiva, el impulso a la aeronáutica, el desarrollo de los sistemas de radar o la informática, cuyo nacimiento se fraguó en la Segunda Guerra Mundial. Paralelamente, las guerras son momentos históricos en que el papel en la esfera pública de las mujeres toma un mayor peso, ya que se hacen cargo de la fuerza de trabajo que los hombres, reconvertidos en soldados, no pueden cubrir. Y así ocurrió en los primeros años de desarrollo de la informática, con las mujeres como pioneras en programación.
Grace Murray Hopper (1906-1992), es considerada la primera programadora de la Historia. Una mujer doctorada en matemáticas por la universidad de Yale que se alistó en la Marina y recibió el encargo de trabajar en el desarrollo del primer ordenador electromecánico, el Mark I, y que acabó creando el COBOL (Common Business Oriented Language), el lenguaje de programación de alto nivel más utilizado del siglo XX.
Fue también un grupo de mujeres las que crearon el primer ordenador capaz de calcular las trayectorias de los proyectiles, el ENIAC, aunque acabaron siendo dos hombres los que los presentaron al mundo. Este ordenador y los cálculos precisos realizados por sus creadoras ayudaron a acelerar el final de la guerra. Estas pioneras fueron Betty Snyder Holberton, Jean Jennings Bartik, Kathleen McNulty Mauchly Antonelli, Marlyn Wescoff Meltzer, Ruth Lichterman Teitelbaum y Frances Bilas Spence.
Hasta los años 80 del siglo XX encontramos muchos ejemplos más. De hecho, en 1987, el 42% de los desarrolladores de software y el 34% de los analistas de sistemas en Estados Unidos eran mujeres.
Las mujeres estudiaron Ciencias de la Computación en masa durante los años 60 ya que era un campo técnico en que los hombres aún no habían llegado a dominar y, además, la programación no había sido definida como un campo estrictamente científico y de ingeniería. Esto hacía que, con la mentalidad de la época que diferenciaba los estudios superiores como “masculinos” y “femeninos”, la computación se consideraba “apta” para que las mujeres lo estudiasen. De hecho, los hombres se sentían más atraídos por la parte de la informática relacionada con el hardware.
¿Qué pasó para que esto cambiase y el porcentaje de mujeres especializadas en informática se redujera hasta el 20% actual? No hay una sola razón.
La aparición de los ordenadores personales transformó la imagen de la informática hacia el estereotipo de “hacker”: un personaje solitario, excéntrico y claramente masculino. De hecho, ya en los años 90, los padres tenían el doble de probabilidad de regalar un ordenador a un hijo que a una hija, lo que llevó a que los niños experimentaran antes con la programación y estuvieran en contacto con los ordenadores desde muy jóvenes.
Otra razón, quizá la más importante, fue la importancia creciente para la economía de todo lo relacionado con el software. Las empresas empezaron a necesitaban líderes de equipo, directivos en el área informática… en definitiva, puestos de trabajo de alto rango a los que las mujeres no tenían acceso.
Objetivo: equilibrar los porcentajes
El 49,5% de las personas en el mundo actual son mujeres. En el sector del software, las mujeres no llegan al 30% de los profesionales, del mismo modo que solo el 30% de los puestos directivos de todos los sectores están ocupados por mujeres. En lo que se refiere a directoras y consejeras delegadas, estaríamos entorno al 26%.
En los últimos años, las mujeres están aumentando su presencia en las esferas de poder, pero queda mucho camino por recorrer. En el caso de las profesionales del software, este camino ya lo recorrieron una vez sus pioneras. Impulsemos el talento femenino, que tan decisivo fue en uno de los momentos más críticos de la Historia reciente. Coloquemos de nuevo a las mujeres en el lugar que les corresponde.